La necesidad de controlar.
Quizás cuando eras chico/a usaste el control como una forma de sentirte seguro/a, saber que "tenías el control" te mantenía "a salvo" o por lo menos eso creías.
El tema es que hoy esa necesidad de controlar te lleva a tener mucha ansiedad y cuando "no tenés" el control de algo te dá mucha inseguridad.
En realidad no controlamos nada, creemos que controlamos, pero no es así.
¿Podés registrar como fue tu infancia? ¿Necesitabas controlar? ¿Te daba seguridad saber que tenías las cosas bajo control?
En realidad, ¿Qué era lo que te faltaba?. ¿Qué necesitas?. ¿Más seguridad?. Más mirada de mamá?
Entender que hoy somos adultos, que ese niño/a herido/a ya es adulto/a y hoy sí tiene herramientas para atravesar ciertas situaciones, que ya no necesita tener todo bajo control.
Hablale a tu niño/a interno/a herido/a con mucho amor, escuchá su dolor, reconocé sus necesidades, acompañalo/a, miralo/a con amor, en vez de retarlo/a cada vez que quiere controlar, o si tu adulto/a quiere controlar cada vez que tiene miedo.
La maternidad y la paternidad nos invita a recorrer nuestra propia infancia.
Si sos madre, mirá a tus hijos, observalos, imaginate a vos mismo/a en ellos, quizás tu mamá no haya podido darte lo que necesitabas porque no pudo, poque no lo tenía.... amá tu niño/a interior y abrazalo/a tan fuerte que ya no necesite controlar para sentirse seguro/a.